Pola y los diecinueve años que siempre había querido tener ¿Por qué de niña sentiría tanta ansiedad por crecer?
-Diecinueve años son dieciocho cuando te pasás el último en estado de shock-
De ese año perdido apenas recuerdo a Wen siguiéndome a mi clase de escultura, como si temiera que en cualquier momento lo abandone y desaparezca para siempre.
Tal vez era otro presagio que no quise ver.
Me recuerdo a mí misma en una carrera por la perfección, huyendo desesperadamente del estereotipo al que más le temo: la novia boluda (un cóctel femenino de escenas, reproches y quejas).
Esa novia que vino antes de mí. Esa.
En medio del shock, la pregunta que me taladraba la cabeza era: “¿Qué hice mal?”.
Cuando algo terrible pasa y no pasa nada.
Ver la bofetada y esperar un año por el impacto.
Un año es lo que dura un luto.
Y entonces, Wen viajó a Japón por tres meses y yo me quedé sin nadie por quién desvivirme. Yo y la pregunta.
No hubo más opción que mirarme a mí misma, primero de refilón porque es difícil y después bien de frente, para morirme de horror.
La máscara de perfección que había facilitado mi supervivencia emocional durante todo ese año comenzó a resquebrajarse.
-¿Qué hice mal? ¿Cómo sé que no va a volver a pasar si no sé qué hice mal? ¿Por qué? ¿Quién tiene la culpa cuando nadie tiene la culpa? ¿Cuál es el costo de todo esto?-
Finalmente, y con un año de retraso, exploté.
Y los trozos de mi corazón llegaron hasta el otro lado del mundo.
Dive straight into the feedback!Login below and you can start commenting using your own user instantly